Sabes? A veces me gusta sentarme en cualquier parte, dónde sea, y mirar. Mirar a la gente. Imaginar sus vidas, llenas de colores. A veces lo acompaño de café o té, no lo sé. Pero a veces, me gusta. Me gusta sentarme ahí a esperar a nadie ni a nada. Sólo... estar ahí.
Sabes que pasa? Que lo echo de menos. Echo de menos todo y nada. Lo echo tanto de menos... Antes vivía entre parques dónde solía ver coches rojos. Oh rojo! Mi querido rojo. Lo echo de menos. Tanto... Echo de menos mi lugar, lo que me hacía sentir, lo que me provocaba, cómo influía en mí. En mi manera de ser. Voy a tener que buscarlo. La verdad, es que ya lo he buscado y parece que la magia ha desaparecido para siempre. Que ya no queda nada dónde antes estaba todo. Todo lo que era yo. Lo que soñaba, lo que sentía, lo que imaginaba, lo que me daba miedo. Se fue. Se fue y nunca volvió. Parecía fácil entonces, muy fácil. Pero ahora, pf! Sólo son piedras en el camino. Miles de ellas.
¿Los teléfonos rojos, dónde están? ¿Los congeladores derritiéndose, dónde están? ¿Las fresas? ¿Los aeropuertos? Esos vuelos... esas noches reversibles. Esas. Todo eso, ¿dónde ha quedado? ¿Que mierda ha pasado? ¿Quién contestará ahora? No hay nadie. Nadie. Nada a lo que aferrarse. Ya. Basta ya. Hasta aquí. Que vuelva a sonar. Por favor, que vuelva a sonar. Esta vez lo cogeré. De verdad. La bañera está hasta los topes. Se inunda. ¿Qué vamos a hacer?
Quizá nunca se fue, ¿sabes? Quizá sólo se escondió. Volvió ahí dentro, en la oscuridad. Quizá sólo tenga que esperar. Esperar a que vaya a la luz. Comer un poco de fresas con nata, por supuesto. Dulce de leche. Sí! Un poco de dulce de leche. O quizá no.
Trivial Polonio
Hace 3 semanas