Le gusta comer sin ventanas.

La vista desde aquí es magnífica - dijo mientras se peinaba delante de la ventana. Supongo que después de haber vivido en una casa sin ventanas cualquier vista le parecía magnífica. Aunque lo que mas le gustaba era ver cómo el cristal se llenaba de vaho a causa de la lluvia y todo parecía confuso.

- No me puedo imaginar lo que es vivir sin ventanas. Sin poder ver lo que ocurre fuera de la pared.

Ella no dijo nada. Seguía peinándose y mirando por la ventana. No era una vista magnífica. Tan sólo se veían los tejados de las casa y las luces de los edificios bañados por la lluvia. Pero para ella era suficiente. Puede que le gustara porque aún así parecía otro mundo el de allí afuera. No el que ella conocía, sino otro muy distinto. Cómo si cuando lloviera lo cambiara todo.

No era ningún piso caro ni grande. Era todo lo contrario. Tan sólo disponía de una cocina, una sala de estar y una habitación con baño. No estaba situado en el centro de la ciudad y tampoco estaba en un barrio privilegiado.

- No es tan difícil. Tan sólo tienes que ponerlas al horno y ser paciente y esperar una media hora. Entonces estarán listas para comer.

-¿De que hablas Caroline?

-De las magdalenas de dulce de leche, ¿de qué sino?