Aunque no te lo diga

Son las 7 de la mañana y Sofia ya duda. Duda en si ponerse botas o zapatillas. En ponerse esos pantalones o los otros. ¿Y con esa camisa o mejor con la blusa? Siempre le pasa lo mismo. Cada mañana lo mismo. Su madre le grita desde la cocina y ella se alisa el pelo lo más rápido posible, se hace la raya bien negra en el párpado, un poco de colorete a sus mejillas. Se pone en la maleta todos los libros necesarios aunque, en verdad para ella no son muy necesarios, le dan igual. Mientras su madre persigue por el comedor a su hermano pequeño, que no se quiere vestir para no tener que ir al colegio, Sofia coge de de revuelo una magdalena y dice adiós.

Al llegar al instituto Sofia ve un grupo de chicos delante de la puerta, uno de ellos es Pablo. Él la ve pero sigue hablando con los demás cómo si no. Ella pasa por delante y su presencia cautiva las mirada de esos chicos. Pablo, cuándo ella ya esta un poco lejos la llama y corre hacia ella.

- ¡Eh!, Sofia. - Se pasa la mano por el cabello para peinarse un poco.

- Ah, hola Pablo. - En esos instantes, tan temprano, aún con los ojos dormidos y un peso en sus hombros no quiere hablar con él.

- ¿Qué tal, cómo estás? - Si pudiera decirle todo lo que quiere decirle, sin sentirse estúpido, sin sentir esa timidez. Con las otras chicas no le pasa. Si se lo propone puede tener a la que quiera. Pero con Sofia todo es diferente. No sabe cómo tratarla, le cuesta. Siente algo muy distinto que con las otras. Con Sofia, todo, siempre ha sido diferente.

- Bien, estoy bien, Pablo. Gracias.

Ahora mismo está perdido. No sabe que tiene que hacer. No sabe que decirle. Ella esta esperando allí y él no sabe que hacer. ¿Por que es tan difícil? ¿Por que?

Puede que sea el embriagador perfume. Su pelo deslizándose suavemente por sus hombros. No lo sabe, pero todo le confunde. Es cómo una droga. Le gustaría besarla allí mismo. Delante de todos. Sin nada que perder. Es tan bonita. Ella.

Suena el timbre de el comienzo de las clases. ¿Salvado por la campana? No. Querría quedarse allí. Delante de ella. ¿Podría leerle la mente, ella? ¿Y entender porque sus labios enmudecían sólo con verla?

- Bueno voy a clase. Ya nos veremos. - Se siente estúpida. ¿Que está haciendo? ¿Y él? ¿Que hace?