Subí tan alto, tan alto que llegué hasta ese punto en el que ves cómo el azul se convierte en negro. Desde ahí se ve todo tan pequeño y me sentí tan grande. ¿sabes? Estaba volando.
Rió nerviosa. - No sé qué me ha pasado. No te ofendas, pero a veces una se siente más libre de hablarle a un extraño que a la gente que conoce. ¿Por qué será? Me encogí de hombros. - Probablemente porque un extraño nos ve como somos, no como quiere creer que somos.
Tienen las manos frías...
Los textos de este blog son míos así que por favor respétame y no copies. Gracias.
1 crujidos:
Es bellísimo volar, tener esa perspectiva... pero siempre con la confianza de poder pisar tierra, cuando uno lo desea.
Un beso, Alba. No sé muy bien cómo he llegado hasta aquí.
Publicar un comentario
Y dime, ¿que sientes?