Sin nombre

Ayer no me levanté hasta que las sábanas, de tanto color, no me dejaban dormir. No hablé hasta que tuvé algo importante que decir. No escuché hasta que me interesó. Por la tarde no me fuí a hacer lo que normalmente hago. Al salir de la ajetreada sala de estar - volúmen de la televisión muy alto, discusiones y cafeteras ahogadas de café - andé lentamente por el pasillo frío, ya que el cambio de temperatura era bastante elevado, dejé que el aroma de soledad y las frías baldosas me estremecieran con un escalofrío, que en segundos, recorrío todo mi cuerpo. Al llegar a la habitación no había luz, la persiana estaba levantada pero el sol no había aprecido en toda la mañana, me estiré en la cama y encendí la televisión. Al cabo de unas cuántas horas, cuándo me atreví a mirar el reloj, ví que habían pasado 3. Me dí cuenta de que la luz, si es que se puede decir luz, se había esfumado. No quería encender la luz, pues me gusta estar a osuras, y oír lo que cuándo estas con luz no oyes. Casi no cené, mi estómago no quería nada. Me fuí, atravesando muros de silencios, ruidos, televisiones, cafeteras, bostezos y baldosas frías, a mi habitación. Me estiré y no me moví. La televisión contaba algo pero no lo podía entender.

Hoy me he levantado y el sol no se ha dignado a venir a verme, por lo menos tengo la lluvia que me ha acompañado todo el día, cómo mi estado de ánimo, gris tan gris que te dan calambres tan sólo de mirarlo.

· Hoy gritaría hasta reventarme las cuerdas vocales, lloraría hasta dejarme los ojos en el suelo y que se hincharán hasta explotar de lo rojos que estan (escalofríos). Hoy gritaría y lloraría, me dejaría caer en el suelo - mojado o seco - y me quedaría allí sentada sin saber por que lloró y porque grito. Si te cuento la verdad hoy és uno de esos días en los que el corazón se me acelera y se me para a la vez. Que tengo mucho frío y a la vez much calor. Que no se describir nada, y que lo único que deseo es ser lo mas invisible posible.